lunes, mayo 29, 2006

Por que me da hueva II


Vale verga hotmail...

vale verga blogger... me da hueva blogger

valgo verga yo...

Hay que hueva me doy... me da hueva mi vida!

PD: ya no wa joder tanto... Quiero un gansito tamaño pay

Karma[Death]

Por que me da hueva

Hay que hueva me da el blog...

y mi vida en general...

vallanse al diablo todos... los amo! -_-

Actualizar? pa que?

Karma[Death]

martes, mayo 23, 2006

Lunes, 7:30 am

Esta largo ¬¬' [como me habian pedido que les advirtiera antes, pos...]

 



 

 

Había dos cosas que Dalmiro detestaba en su vida....Y las dos estaban

lamentablemente muy ligadas entre sí.... Una era el sonido de aquel maldito

despertador a las seis de la mañana...La otra era la cara de su jefe a las siete.

Pero no tenía mas remedio que soportar la primera para ver la

segunda, y sufrir la segunda para poder subsistir y así continuar el ciclo de

ese "sinsentido" llamado vida.....Hacia 15 años que trabajaba en la industria

de la construcción, pero a lo largo de aquellos nunca le había tocado un

capataz tan histérico , injusto , inhumano y todos los “in “ que hubieran

como López.

 

Bien decía el refrán popular: ”Negro con mando, peor que cuchillo

sin mango....”

 

Y el negro López parecía ser el moreno que había inspirado el dicho.

Desde su ascenso a capataz de obra, parecía dispuesto a purgar años de

discriminación y complejo de inferioridad en la carne de sus peones, sobre

todo de los blancos, como Dalmiro.

 

-¡Che, vos...."Dálmata”....! ¡Termina bien esa pared! ¿No ves que es

cemento "a la vista"? ¿Con que lo estás alisando, con el culo...?

 

Dalmiro odiaba que le llamaran así: sobre todo él... ”Dálmata”.

 

¡Mierda de sobrenombre! Esta bien que sus compañeros se lo dijeran, pero

ese negro... ¡Faltaba que lo llamara directamente “perro”!

¡Cuantas veces estuvo a punto de hundir el “cortafierros” en aquella

oscura y mugrienta espalda de casco blanco...! Pero no valía la pena pasar

quince años a la sombra de unos barrotes por culpa de una basura como

aquella. También pensó en renunciar... Pero encontrar trabajo en la “constru

estaba difícil en Uruguay , sobre todo desde el último ajuste fiscal...Y a pesar

de que vivía solo , desde que "la Ana” , su mujer, se le fue con sus dos hijas,

aún tenía el alquiler para pagar todos los meses, y el almacén por supuesto

 

....Desde que había comenzado a comprar fiado en lo del “Gallego”, cobraba

la segunda quincena solo para pagarle y así mantener la cuenta abierta para

seguir retirando comestibles "para anotar" y sobrevivir un mes más.....

La primera quincena para el alquiler, la segunda para pagar la libreta

del almacén ,”la Mastercard” de los pobres.....Su primer cobro para un judío,

el segundo para un gallego... Mandoneado a diario por un negro... Dalmiro a

veces se sentía un poco “nazi”....Hubiera deseado tener veinte años menos

para ponerse una campera aviadora, calzarse un par de botas militares,

raparse la cabeza y unirse al grupo de muchachos con svásticas que vagaban

en la esquina tomando cerveza y pateándole el culo a cuanto extranjero se les

cruzaba....

 

Pero tampoco creía que sirviera de mucho. Era lunes: los lunes ni

siquiera los deseos servían de mucho...

 

Lunes.

 

Por alguna extraña regla el despertador sonaba un poco mas fuerte en

sus oídos, casi como las remachadoras de su trabajo... Alzó su mano casi

inerte hasta la perilla de apagado y la bajó, sintiendo alivió cuando las

campanillas dejaron de taladrarle los tímpanos... La cama parecía pegársele

al cuerpo, y con ella las mantas y el colchón de "polyfón"...

 

Pero tenía que levantarse, despejarse y alejar de su cerebro aquella

modorra. La noche anterior se había tomado unos vinos de más y su cabeza

estaba empeñada en recordarle lo malo que era beber un domingo por las

noches hasta tarde.

 

Debía hacerlo... ¡Tenía que hacerlo!

 

Fue apoyando uno a uno los pies, tirando con desprecio las sábanas

hacia atrás, con los ojos aún cerrados y calzándose las pantuflas se dirigió al

baño casi a los tumbos. Solamente conseguía abrir los párpados luego de

sucesivas refriegas con el agua helada del grifo... sobre todo cuando tenía

resaca de “tinto"... Luego de repetidos enjuagues faciales se contempló al

espejo...

 

¡Por Dios! ¡Estaba mas que calificado para trabajar en el “túnel del

horror” del parque de diversiones! ¡Parecía mas un personaje de Gerardo

 

Bloomerfield que un obrero de la construcción...!

 

No tenía ganas ni de afeitarse... y no lo haría... ¿Para qué? ¿Trabajaba

acaso de saco y corbata para cuidar tanto el aspecto...? ¿Era el uno de esos

"guachos" recién recibidos de arquitectos que visitaban cinco minutos por

día la obra en sus coches japoneses?

 

La cocina parecía quedar a kilómetros del baño, pero hizo el esfuerzo

y los recorrió arrastrando cada pie: allí se hallaba el mágico elixir capaz de,

no solamente quitarle el dolor de cabeza sino de despabilarlo y devolverle

instantáneamente las energías, la pócima que mantenía de pie al 90 % de los

obreros uruguayos por las mañanas: "el mate", esa extraña bebida

descubierta por los indios que constaba de una infusión amarga que se

chupaba a través de un tubo de metal descubierto por los ingleses para tomar

el té sin tragarse la borra...

 

Miró la cocinilla sobre la mesada del fogón. Buscó el encendedor a su

lado y accionó la llave del gas. Luego la encendió recibiendo con agrado la

cálida caricia de la llama en su rostro sin afeitar. A pesar de la falta de

revoque, su cocina le parecía cálida mientras el agua hervía, incluso

acogedora...

 

Lleno la caldera, y la puso encima... Unos minutos más y herviría.

Unos minutos y aquella agua iría a parar al termo y de allí a su venerado

mate”, el cual tomaría como siempre por el camino mientras viajaba a la

obra, en el ómnibus.

 

Busco la “yerba”. Quedaba poca en el tarro... Debía acordarse de

comprar mas. Puso dos cucharadas en el “mate” dejando el recipiente casi

vacío. Le agregó agua fría para que se hinchara.

 

Tomó la “bombilla ” de metal y la dejó a un lado... Era el último

recuerdo de su finado padre.

 

Y decidió que una aspirina no estaría del todo mal, por mas que

tuviera el estomago vació y luego le ardiera como azufre en las tripas, si es

que quedaban. Dalmiro caminó hasta el cuarto: de haber, estarían en el cofre

de la mesa de luz... ¿Dónde más? En el baño no tenía botiquín. Apenas un

roñoso pedazo de espejo que encontró tirado, colgado con un alambre.

 

Al encender la luz buscando el cofre, no pudo evitar un compulsivo

deseo de volver a acostarse en aquella cama aun caliente, aunque mas no

fueran cinco minutos...

 

“¡No Dalmiro, llegarás tarde...!”,se recriminó... Pero su cuerpo

parecía atraído hacia aquel colchón como por un imán...Para peor, tuvo que

sentarse en el para buscar dentro del cofre aquellas malditas aspirinas...

 

“¡Bueno!....Cinco minutos.....Mientras se calienta el agua para el

mate...¡total!...”

 

Y sin darse mas tiempo para pensarlo su cuerpo se recostó

pesadamente sobre la cama nuevamente... Apoyo su cabeza en la almohada.

No debía dormirse, solo eso, no debía dormirse... o llegaría tarde a la obra.

Pero los párpados le pesaban, mas que las bolsas de cemento que

acarreaba al hombro todas las mañanas...

 

“No Dalmiro... Vas a llegar tarde...”

 

No debía dormirse... Pero se durmió nuevamente...

Le pareció apenas un segundo... Lo despertó el siseo del agua

derramándose sobre la hornalla caliente. Se incorporó de inmediato

sobresaltado:

 

-¡La puta!- dijo mientras corría hacia la cocina, descalzo...-¡El agua

del mate!

 

Cuando llegó a apagar la válvula, la cocina ya estaba llena del vapor

que el pico de la caldera arrojaba sin cesar. Miró el reloj de pared, ese al que

nunca le había cambiado la pila, pero que por compasión a su pobreza al

parecer, seguía funcionando gratis...

 

“¡Las siete!....¡Puta que lo parió, voy a llegar más que tarde....quién

banca al negro de mierda aquel...!”

 

Llenó rápidamente el termo conservador con la poca agua caliente

que no se había evaporado, clavó la bombilla en la yerba húmeda , y le dio dos

chupadas....Como todo primer mate , tenía gusto a mierda.

Corrió de nuevo al cuarto, arrancó los pantalones de “jean” del

ropero, la camisa gastada azul y cargando el bolso al hombro y el termo y

mate en el brazo, salió a encontrarse con la fría mañana...

 

 

***

 

Dalmiro no estaba seguro de si era solo su imaginación, pero las

calles estaban sumamente extrañas... Para empezar, el cielo estaba gris, pero

de un gris como nunca antes había contemplado, como si las nubes fueran a

caer sólidamente sobre Montevideo, cuando hubiera jurado que al despertar

por la ventana, había visto el cielo completamente despejado...

 

Después la gente... Lo miraba en forma extraña, y parecía murmurar

acerca de él. Por uno momento casi creyó que en el apuro había salido de su

casa sin los pantalones puestos... Pero no, allí estaban los "jean" bien

ajustados, paspando su huevos como de costumbre...

 

Continuó tomando mate en la parada de ómnibus pero pronto debió

desistir... Aquella yerba... O estaba muy podrida, o la caldera tenía una rata

muerta dentro cuando calentó el agua, pues cada sorbo sabía a cloaca...

El ómnibus demoraba... y Dalmiro contemplaba nervioso su reloj

pulsera.

 

Las siete y media... El negro estaría esperándole con un martillo en la

mano....ya sabía lo que le esperaba: acarrear pilas de bloques, a esto destinaba

el hijo de puta a quienes le llegaban tarde, si es que no lo suspendía claro...

¡Con lo bien que le vendría perder jornales...! Apenas si le daba

trabajando el mes completo para mal comer...!Miró el cielo preocupado...

¡Ojalá no se largara a llover...! Las obras eran externas en aquel

edificio y la lluvia cancelaba la jornada... Pero no: por amenazador que

parecía aquel extraño cielo, ni una gota caía desde encima de su cabeza...

Por fin el ómnibus se dejó ver a lo lejos, aproximándose a la

parada....Le hizo señas extendiendo el brazo... Era de los viejos: un

"Leyland" de esos que no entró en el sistema de renovación de flotas del

Gobierno...¿Para qué?

Era la línea 405, la que transportaba el ganado desde la miseria del

barrio "Piedras Blancas" a la riqueza del barrio "Pocitos"... Los hombres a

construir lujosos "lofts", las mujeres a limpiarlos, y a hacer algunas

mamadas a los patrones si es que querían conservar el empleo.....

 

Subió el peldaño del coche estacionado y miró el rostro del chofer...

 

Era el mismo de todos los días: casi se conocían luego de compartir el

malhumor mañanero durante años... ¿Por qué lo miraba tan extrañamente,

con aquella sádica sonrisa en los labios....?¿Por qué el resto de la gente no

subía al ómnibus junto a él...?

 

¿Se habían vuelto todos locos...? Se acercó al guarda para pagarle el

pasaje. Este también lucía extraño... sería el día...

 

Pero cuando realmente quedó pasmado fue al ver el interior del

coche....

 

¡Estaba vacío! Miles de veces había suplicado por un maldito asiento

libre para apoyar su cansado culo, a la ida o a la venida y si lo conseguía

alguna vez, en la siguiente parada subía una anciana o una embarazada a

quitárselo...

 

¡Y ahora tenía todo un ómnibus para él solo!...Era sumamente

extraño.

 

Casi nunca había tomado el ómnibus de las 7:30 a.m... Para llegar en

hora siempre se iba en el de las 6:30,repleto de otros como él, con sus termos

y mates, con sus rostros o bien a medio afeitar o cortados por una desganada

gillette"... Pero no creía que hubiera tanta diferencia entre uno y otro turno...

 

Mientras se disponía a sentarse se dio cuenta de otro detalle: este era

el viaje de las 7:30 a.m. pero el chófer y el guarda eran los mismos que veía

todos los días a las 6:30...

 

Comenzó a ponerse nervioso... Sentía los ojos del guarda directo

sobre él...

Los del chofer a través del espejo retrovisor... Nadie parecía perderle

de vista.

 

Trató de razonar... Seguramente eran los mismos debido a que habían

llegado a destino y vuelto... Sería un trayecto de una hora exacta... O tal vez

los cambiaron de turno.....¡Puta!

 

“¿Qué les pasa a todos hoy?”, pensó...

 

Por la ventanilla contempló las calles... Las personas se agolpaban en

las paradas. pero ninguna hacía señas a aquel ómnibus... Parecía ser casi de

noche, el cielo continuaba completamente cubierto y en el ambiente se

respiraba una sensación tétrica, de locura...

 

En esa semipenumbra todos los ojos contemplaban aquel coche... Lo

miraban al pasar como zombies... ¡Todos lo miraban!

 

¿Estaría enloqueciendo?

 

No soportaba mas la situación... Por una vez en la vida anhelaba

llegar a la obra, recibir la puteadas del capataz, la suspensión, cualquier cosa

que fuera habitual, que le devolviera la cordura, que lo llevara de regreso a la

realidad...

 

El momento de descender se acercaba... Cerró los ojos, trato de

ignorar al personal del colectivo, a las personas en las calles. Aun así sentía

sus ojos clavados en él... escuchaba sus murmullos...

 

Dos paradas más y se bajaría... faltaban tres para la obra, pero se

bajaría antes. No aguantaba un minuto mas encerrado allí... deseaba abrazar a

sus compañeros, al “Micho”, al “Gato”... al “Negro López” incluso, que le

tomarán el pelo por la llegada tarde, que le dijeran:

 

”Dálmata... ¿en qué anduviste anoche que venís de tarde?”...

 

Se incorporó.

 

Parecían reír: ¡todos parecían reírse de él! ¿Sería una cámara oculta,

una broma para algún programa de televisión...?

 

Tironeó la campanilla... Vio acercarse la parada, vacía esta vez... Vio

los edificios abajo, oscuros, sombríos... La ciudad entera parecía estar en

ruinas. El ómnibus siguió de largo, haciendo caso omiso a su solicitud de

descender...

 

-¡Eh, guarda...! ¡Me bajo!

 

Solo lo miraban... Por lo demás parecían ignorarlo por completo...Lo

miraban y sonreían y una extraña baba parecía brotar de la comisura de sus

labios...

 

-¡Bajo comprende! ¡Me bajo en esta parada...!- gritó Dalmiro.

 

Pero era inútil: el coche proseguía su marcha sin detenerse, entre

aquellas calles tan familiares pero tan extrañas aquella mañana, que a cada

instante parecían tornarse más y más oscuras...

Dalmiro recorrió el pasillo del ómnibus hasta donde estaba el guarda

sentado con su despachadora de boletos en la mano... Se paró enfrente de él y

le gritó:

 

-¡Oiga! ¿Es sordo acaso? ¡Me bajo, no entiende, diga al chofer que

abra esa puta puerta!

 

Pero ninguno de los dos parecía oírle... Lo miraban fijamente, como

drogados, con aquella sonrisa entre estúpida y diabólica en los labios. Y la

sonrisa se transformó en risa. En una horrible carcajada propia de sus peores

pesadillas...

 

Quiso golpearlos pero sus puños parecían no hacer el mas mínimo

efecto en ellos... El chofer continuaba moviendo el volante hacia un lado y

otro ,riendo cada vez mas fuerte y mas fuerte....Y las personas en las calles....

¡jajajajajajajajajajajajajajajajaja!!

 

Eso era... ¡Estaba soñando! No había otra explicación... Pero debía

despertar.

 

El dolor, eso necesitaba... Miró su brazo, arremangó su camisa y con

el termo en la otra mano derramó un chorro de agua hirviendo sobre su piel

desnuda... Nada sintió... Pero esto confirmó que se hallaba inmerso en un

sueño, en una espantosa pesadilla... Y recordó también algo al ver el agua

hirviendo en su brazo horriblemente ampollado, pero sin sentirla:

 

Lo comprendió todo mientras el coche fantasma continuaba su

recorrido infernal...recordó historias, recordó aquella mañana....¡Claro que

se trataba de un sueño, se había vuelto a dormir! ¡Jamás había llegado a la

parada del ómnibus! Debía despertar, o llegaría tarde.. ¡O sería tarde!

 

¡jajajajajajajajafafafafafafajajaja!

 

¡Tenía que despertarse o no lo haría jamás! Gritó con todas sus

fuerzas...

 

¡jfjfjfjfjfjffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff!

 

Las paredes del ómnibus comenzaban a arquearse, a volcarse sobre

 

Dalmiro, mezclándose con las figuras humanas, las risas y el piso...

Se revolcó en el pasillo, en medio de aquellas grotescas formas, de

aquellos aberrantes zumbidos que poco a poco se transformaron en un

sonido chispeante y reconocible...

 

El siseo del aluminio de una vieja caldera, con el agua ya evaporada,

derritiéndose sobre una hornalla encendida, llenando su casa de un humo

dulzón y letal que los químicos llaman “monóxido de carbono", mientras

 

Dalmiro se dormía en su pesadilla, cada vez mas profundamente....

 

 

 

 

 

G. Bloomerfield