Estos meses me metí en un círculo vicioso de estira y afloja
que terminó mordiéndome el trasero (and not in the funny way), no he aprendido
a no idealizar a las personas, no he aprendido a alejarme cuando debía, y no he
aprendido a que las personas que uno quiere no te ponen en sus prioridades como
uno a ellos, y está bien; quiero demasiado, muy fuerte y muy rápido, para mi es
todo o nada y aventarse al vacío y ver qué pasa, y ya me he estrellado
incontables veces.
Idealicé a alguien que se me acercó una noche cuando estaba
yo muy triste: se sentó conmigo y me dijo que todo estaría bien. Pasó el tiempo
(y el periodo de luto de otra persona) y le dije que me gustaba, él me dijo que
yo también le gustaba y ahí empezó todo: pensé que sería siempre esa persona
comprensiva que estaría cuando lo necesitaba y no fue así, traté de amoldarme,
incluso de despegarme pero no pude, ya estaba en el abismo, en ese abismo donde
no sabes para dónde hacerte pero sabes que quieres a esa persona y quieres
estar con ella, y lo intentaba otra vez, y otra, y otra… No resultó, y me
dolió, y me duele, pero a estas alturas ya entendí que no era para mí, ni yo
para él, somos piezas de dos rompecabezas totalmente diferentes y nunca íbamos
a embonar. Aunque hubo momentos donde me esperanzaba, donde de verdad lo sentía
(que estaba conmigo) pero era demasiado fugaz para acostumbrarme a sólo esos
momentos y que nunca me diera para más, no fue del todo malo, pero tampoco del
todo bueno, se supone que cuando quieres a alguien debería ser fácil: que
sientes ese chispazo y todo debería de fluir. Tampoco digo que todo debería ser
color de rosa pero era más la incertidumbre casi todo el tiempo y con mi
ansiedad eso no era vida. Sé que estar conmigo tampoco es un paseo por el campo
pero lo intento y me acabo la piel para que todo esté bien, trato de estar en
paz con mis demonios para estar en armonía, pero pasado un año y sintiendo que
todo se iba cada vez más al carajo no pude hacer más que dejar ganar a los
demonios y aceptar que no estaba en mi elemento, ni en el de él, estaba en una
especie de limbo que me orilló a verme al espejo y no gustarme lo que veía en
mi reflejo: me asustaba perderme ahí, y lastimar de paso a la poquita gente que
aún tengo cerca. Por eso decidí alejarme, los problemas se van haciendo tan
grandes que te sientes atrapado en un cuarto obscuro, rodeado de tus demonios
que te señalan y se burlan de ti, y la única persona que tiene poder para
sacarte de ahí no está contigo, no quiero depender, pero así fue, de cierta
manera dependí de alguien emocionalmente lejano de mí, que estaba pero no, y yo
me hundía cada vez más en ese limbo, el cuarto obscuro se hacía cada vez más
pequeño y mis demonios se iban acercando más, peligrosamente más; hasta que
sucedió: tuve un ataque de pánico de los que hacía mucho no tenía, y
(obviamente) no fue bonito, y las decisiones que he tomado a partir de ahí, a
pesar de tener las mejores intenciones, no han sido buenas… Toqué fondo.
Y ahora aquí estoy en mi cuarto, teniendo una que otra
revelación, tomándome unos whiskys y chingandome unos cigarros, ya no fumaba,
pero en rachas como estas mi vapeador no me da abasto, me puede mucho la
ansiedad, he tenido pensamientos suicidas de nuevo, he querido escapar de
nuevo, he querido irme lejos de nuevo. Por eso aquí estoy, escribiendo y
sacando todo lo que tengo adentro (de nuevo); estoy consciente de que necesito
tomar decisiones drásticas y cambiar mi vida antes de que sucedan cosas peores
de las que ya me han pasado, por ejemplo,
he considerado dejar de tomar, para empezar no sé tomar y cada vez que me tomo
más de tres cervezas me pongo necia y me chingo otras diez, sé que le tengo que
bajar, sé (porque ya lo he hecho) que me siento mejor cuando salgo a
caminar-correr por las tardes y paso semanas sin probar alcohol, o si tomo,
entonces sí me tomo tres y le paro y me voy a mi casa. Tengo que amarrarme los
huevos y decir “hasta aquí”, como ya lo he hecho, sé que es por mi bien; pero
en estos momentos de debilidad siento que no puedo (o no quiero), sé que hay
gente que me daña, pero tampoco puedo (o quiero) dejar de tener contacto con
ella. Es una adicción muy cabrona (y muy pendeja) no poder despegarme de las
cosas (y de la gente) que me hace daño, porque no sé vivir de otra manera, porque
vivo en un ambiente dañino para mí, porque no me puedo quitar esa maldita
costumbre de querer hacerme daño. Porque sé que el cambio empieza en mí, estoy
consciente de ello, pero eso significa dar un giro de 180 grados a mi vida,
dejar de ver gente que quiero mucho, dejar de salir a lugares que me gustan
mucho, no sé (porque nunca lo he hecho) vivir de otra manera, por eso tal vez
tenía mis esperanzas puestas en alguien que (según yo) significaría tener que
cambiar esos hábitos que sé que me hacen daño, pero era injusto (para él,
sobretodo), porque ese cambio lo tengo que dar yo sola yo primero para luego
atraer todo eso que espero recibir a cambio positivo. Era una ilusión lo que
tenía y el resultado fue peor de lo que esperaba, por eso mismo: por esperar
apoyo de una persona emocionalmente distante y que no entendió lo que yo
trataba de hacer, pero sentía que si lo explicaba me vería patética y needy…
Como en estos momentos.
Necesito un cambio, y no esas pendejadas que ya he hecho de
teñirme el cabello o volver a tatuarme, necesito un cambio real, y estaría
bonito que alguien me tomara de la mano y me dijera que todo va a estar bien,
como él me lo dijo en su momento. Me lo tengo que decir sola, tengo que salir
de esto, aunque a veces pase por el espejo y vea de reojo a uno de mis demonios
burlándose de mí. Ya llegué demasiado lejos, ya toqué fondo y no me está
gustando lo que veo, ya me hice demasiado daño y le hice daño a la gente que quiero…
Necesito un cambio y lo necesito ya… De todo se aprende...
Después de este whisky y estos cigarros.
M