sábado, abril 22, 2017

Rock bottom…


Estos meses me metí en un círculo vicioso de estira y afloja que terminó mordiéndome el trasero (and not in the funny way), no he aprendido a no idealizar a las personas, no he aprendido a alejarme cuando debía, y no he aprendido a que las personas que uno quiere no te ponen en sus prioridades como uno a ellos, y está bien; quiero demasiado, muy fuerte y muy rápido, para mi es todo o nada y aventarse al vacío y ver qué pasa, y ya me he estrellado incontables veces.

Idealicé a alguien que se me acercó una noche cuando estaba yo muy triste: se sentó conmigo y me dijo que todo estaría bien. Pasó el tiempo (y el periodo de luto de otra persona) y le dije que me gustaba, él me dijo que yo también le gustaba y ahí empezó todo: pensé que sería siempre esa persona comprensiva que estaría cuando lo necesitaba y no fue así, traté de amoldarme, incluso de despegarme pero no pude, ya estaba en el abismo, en ese abismo donde no sabes para dónde hacerte pero sabes que quieres a esa persona y quieres estar con ella, y lo intentaba otra vez, y otra, y otra…  No resultó, y me dolió, y me duele, pero a estas alturas ya entendí que no era para mí, ni yo para él, somos piezas de dos rompecabezas totalmente diferentes y nunca íbamos a embonar. Aunque hubo momentos donde me esperanzaba, donde de verdad lo sentía (que estaba conmigo) pero era demasiado fugaz para acostumbrarme a sólo esos momentos y que nunca me diera para más, no fue del todo malo, pero tampoco del todo bueno, se supone que cuando quieres a alguien debería ser fácil: que sientes ese chispazo y todo debería de fluir. Tampoco digo que todo debería ser color de rosa pero era más la incertidumbre casi todo el tiempo y con mi ansiedad eso no era vida. Sé que estar conmigo tampoco es un paseo por el campo pero lo intento y me acabo la piel para que todo esté bien, trato de estar en paz con mis demonios para estar en armonía, pero pasado un año y sintiendo que todo se iba cada vez más al carajo no pude hacer más que dejar ganar a los demonios y aceptar que no estaba en mi elemento, ni en el de él, estaba en una especie de limbo que me orilló a verme al espejo y no gustarme lo que veía en mi reflejo: me asustaba perderme ahí, y lastimar de paso a la poquita gente que aún tengo cerca. Por eso decidí alejarme, los problemas se van haciendo tan grandes que te sientes atrapado en un cuarto obscuro, rodeado de tus demonios que te señalan y se burlan de ti, y la única persona que tiene poder para sacarte de ahí no está contigo, no quiero depender, pero así fue, de cierta manera dependí de alguien emocionalmente lejano de mí, que estaba pero no, y yo me hundía cada vez más en ese limbo, el cuarto obscuro se hacía cada vez más pequeño y mis demonios se iban acercando más, peligrosamente más; hasta que sucedió: tuve un ataque de pánico de los que hacía mucho no tenía, y (obviamente) no fue bonito, y las decisiones que he tomado a partir de ahí, a pesar de tener las mejores intenciones, no han sido buenas… Toqué fondo.

Y ahora aquí estoy en mi cuarto, teniendo una que otra revelación, tomándome unos whiskys y chingandome unos cigarros, ya no fumaba, pero en rachas como estas mi vapeador no me da abasto, me puede mucho la ansiedad, he tenido pensamientos suicidas de nuevo, he querido escapar de nuevo, he querido irme lejos de nuevo. Por eso aquí estoy, escribiendo y sacando todo lo que tengo adentro (de nuevo); estoy consciente de que necesito tomar decisiones drásticas y cambiar mi vida antes de que sucedan cosas peores de las que  ya me han pasado, por ejemplo, he considerado dejar de tomar, para empezar no sé tomar y cada vez que me tomo más de tres cervezas me pongo necia y me chingo otras diez, sé que le tengo que bajar, sé (porque ya lo he hecho) que me siento mejor cuando salgo a caminar-correr por las tardes y paso semanas sin probar alcohol, o si tomo, entonces sí me tomo tres y le paro y me voy a mi casa. Tengo que amarrarme los huevos y decir “hasta aquí”, como ya lo he hecho, sé que es por mi bien; pero en estos momentos de debilidad siento que no puedo (o no quiero), sé que hay gente que me daña, pero tampoco puedo (o quiero) dejar de tener contacto con ella. Es una adicción muy cabrona (y muy pendeja) no poder despegarme de las cosas (y de la gente) que me hace daño, porque no sé vivir de otra manera, porque vivo en un ambiente dañino para mí, porque no me puedo quitar esa maldita costumbre de querer hacerme daño. Porque sé que el cambio empieza en mí, estoy consciente de ello, pero eso significa dar un giro de 180 grados a mi vida, dejar de ver gente que quiero mucho, dejar de salir a lugares que me gustan mucho, no sé (porque nunca lo he hecho) vivir de otra manera, por eso tal vez tenía mis esperanzas puestas en alguien que (según yo) significaría tener que cambiar esos hábitos que sé que me hacen daño, pero era injusto (para él, sobretodo), porque ese cambio lo tengo que dar yo sola yo primero para luego atraer todo eso que espero recibir a cambio positivo. Era una ilusión lo que tenía y el resultado fue peor de lo que esperaba, por eso mismo: por esperar apoyo de una persona emocionalmente distante y que no entendió lo que yo trataba de hacer, pero sentía que si lo explicaba me vería patética y needy… Como en estos momentos.

Necesito un cambio, y no esas pendejadas que ya he hecho de teñirme el cabello o volver a tatuarme, necesito un cambio real, y estaría bonito que alguien me tomara de la mano y me dijera que todo va a estar bien, como él me lo dijo en su momento. Me lo tengo que decir sola, tengo que salir de esto, aunque a veces pase por el espejo y vea de reojo a uno de mis demonios burlándose de mí. Ya llegué demasiado lejos, ya toqué fondo y no me está gustando lo que veo, ya me hice demasiado daño y le hice daño a la gente que quiero… Necesito un cambio y lo necesito ya… De todo se aprende...

Después de este whisky y estos cigarros.





M